SINOPSIS:
Dos emires de la Península Arábiga (Antonio Banderas y Mark Strong) están enfrentados por un territorio donde los estadounidenses acaban de descubrir
petróleo. Entre los dos, un joven príncipe (Tahar Rahim) prometido con la heredera del reino (Freida Pinto), unirá a las tribus del desierto para demostrar que otro futuro es
posible.
El director francés, maestro del género histórico, estuvo rodando en Túnez durante la revolución de los jazmines, que supuso el inicio de la primavera árabe.
Jean-Jacques Annaud ha paseado por lo más profundo del medievo (El nombre de la rosa), las cuevas más inhóspitas de la Prehistoria (En busca del fuego), la cara romántica de la Indochina francesa de los años treinta (El amante). El cineasta francés se ha perdido por las aristas del Himalaya en los tiempos en que China se anexionó Tíbet (Siete años en el Tíbet), por las ruinas de una Stalingrado sitiada en la II Guerra Mundial (Enemigo a las puertas) o entre los matojos en una isla de la Grecia ancestral (Su majestad Minor). A sus 68 años, Annaud estaba acostumbrado a rodar películas históricas, a ser él quien domara y moldeara la Historia a su antojo, hasta que un día llegó la Historia y le atropelló.
El 17 de enero de 2011, el director estaba filmando en Túnez. Un par de semanas antes había fallecido Mohammed Bouazizi, el joven que al quemarse a lo bonzo dio el pistoletazo de salida de la primavera árabe. Pero hasta ese lunes de enero, la producción de Oro negro había avanzado sin ser afectada por las protestas y las manifestaciones. Ese día Ben Ali, el presidente de Túnez, huyó del país
Ironía del destino, Oro negro es un drama histórico que se desarrolla durante los años de los primeros descubrimientos de petróleo en Arabia, a
inicios del siglo XX. Dos grandes tribus, lideradas por un emir (Antonio Banderas), que cree en exprimir ese oro negro, y un sultán (Mark Strong), que se niega a venderse a los extranjeros
y apuesta por las tradiciones, se enfrentan por los terrenos y por sus familias: sus hijos (Freida Pinto y Tahar Rahim, el protagonista de El profeta) están enamorados. Es el
nacimiento de las naciones árabes, el advenimiento del crudo como nuevo arma de poder, el final de los viejos rituales tribales. “Es cierto que no he hecho películas sobre el aquí y el
ahora. Porque no me interesa sentar doctrina, porque creo en que puedo enseñar más si desplazo mis historias al pasado. ( de Gregorio Belinchón para EL PAIS )